Patreon
Volumen Aurora:
Prólogo
Episodio 1 - Capítulo 1, Libro de Danko
Episodio 2 - Capítulo 1, Libro de Álvaro
Episodio 3 - Capítulo 2, Libro de Andrea
Episodio 4 - Capítulo 2, Libro de Diana
Episodio 5 - Capítulo 3, Libro de Merlo
Episodio 6 - Capítulo 3, Libro de Carla
Episodio 7 - Capítulo 3, Libro de Hugo
Episodio 8 - Capítulo 3, Libro de Álvaro
Episodio 9 - Capítulo 4, Libro de Adán
Episodio 10 - Capítulo 4, Libro de Danko
Episodio 11 - Capítulo 4, Libro de Diana
Episodio 12 - Capítulo 5, Libro de Esteban
Episodio 13 - Capítulo 5, Libro de Álvaro
Episodio 14 - Capítulo 5, Libro de Hugo
Capítulo 3 – Hogar, dulce hogar
"Le plaisir délicieux et toujours nouveau d’une occupation inutile" – Henri de Régnier.
Libro de Álvaro
15/10/2012; 08:15 –
Buenatarde Población humana viva: 2.749.807.600
Suavemente,
después de, cree, una hora “despertabundo”, se incorpora levantando la cabeza
de Diana con una mano y volviéndola a depositar, colocando un cojín debajo con
la otra. La muchacha protesta en algún idioma ancestral y arcano, enredándose
en sí misma y regresando a una respiración profunda pocos segundos después.
Bosteza
casi sin proferir aullido y se estira erguido, crujiéndose la espalda y hombros
parsimoniosamente, mirando casi confundido al entorno que lo rodea.
Centra
su atención en la shisha contemplativamente, ya sin siquiera ascua humeante.
Perezoso arrastra los pies hasta la cocina; consciente de que en ella seguirá
habiendo lo mismo que había: nada que le apetezca. Pero tiene hambre y confía
en que estar allí le confiera apetito por algo concreto.
Dentro,
cansinamente, acaba echando mano de una pera ligeramente pasada de madura y de
la mitad de la última naranja, por si a Diana le apeteciera la otra mitad; ha
demostrado ser más frugívora que él. Dentro de no desear ninguna de las dos
cosas, hubiera tenido más ganas de unas galletas; pero precisamente, dado que
ninguna de ambas opciones lo tentaban demasiado, ha optado por ser utilitario y
consumir primero de lo más perecedero que regalarse un capricho
insatisfactorio… además está la ventaja del valor nutritivo de la fruta… En
fin… no se le pueden pedir peras al olmo… Vaya un chiste con un doble sentido
más malo.
Se
siente feliz. Una felicidad que denominaría… química… en el sentido de que sin
demasiada justificación se encuentra simplemente bien, casi alegre, casi como
achacable más a su cerebro que a las circunstancias. Concluye que seguramente
se deba a la combinación de los largos días caminando culminados en un buen
reposo por fin; al haber disfrutado de una cachimba; al alcohol ingerido y seguramente
todavía en su sistema; a contar con una compañía tan refrescante de jovialidad
como Diana… Y finalmente se encoge de hombros y sacude la cabeza discretamente
sonriente, sintiéndose de repente también como un observador testigo de sí
mismo, que gesticulase sin verdadera razón para su propia audiencia.
Se
saborea la lengua contra labios y dientes. Tiene la boca pastosa e intuye un
mal regusto que seguramente esté haciendo de su aliento un arma biológica ahora
mismo. No se ha cepillado los dientes desde que salió de su casa. Va al cuarto
de baño de arriba. Haber cogido un cepillo de dientes propio habría sido una
idea de astucia sin precedentes que decide no echarse en cara por su ausencia.
Resignado, sólo un poco asqueado gracias a sus escasos escrúpulos, toma de un
vaso de plástico junto al lavamanos el cepillo que, a ojo, parece más “limpio”,
y lo frota, sin demasiada confianza en la lógica de sus actos, contra la
pastilla de jabón por un buen rato; dejando que le corra abundante agua por
encima, hasta quedar satisfecho, y procede a lavarse la boca.